Caesar es mi amor, pero es un secreto, un secreto entre
tú y yo. Conocí a Caesar una mañana de lluvia en una biblioteca, éramos
compañeros de trabajo y nos conocimos por primera vez. Ese día tan siquiera le
miré, no era la clase de hombre en el que yo me suelo fijar, hablaba torpe,
evitaba mi mirada cuando hablaba y tenía una seria pero interesante obsesión
por el mundo egipcio, era lo único de lo que no paraba de hablar. Yo lo escuché
en silencio alegando que no sabía nada sobre el tema pero él parecía emocionado
hablando sin parar y lo dejé, ¿quién era yo para decirle que no? Con este
inicio tan aburrido quien podría imaginar el final, yo no. Caesar es mi amor
pero le dejé marchar. Poco a poco descubrí que no podía evitar mirarlo sin
parar, que no podía evitar que su sonrisa me hiciera vibrar. Puse mi todo en
sus manos y me dejé llevar, con miedo, pero me dejé llevar, nadie sabe si el
destino estaría a mi favor esta vez y le devolví la sonrisa, la mirada
cómplice, el abrazo y los besos, muchos besos. Caesar es mi amor pero él no lo
sabe y yo le entregué todo. El capricho y las ganas quisieron que compartiéramos
más que un inocente roce y un beso apasionado a media noche. Y cuando todo
acabó, Caesar me abandonó. Me dejó a la deriva, sola y sin él. Caesar me hizo
daño, me hundió y no volvió. Y aun así ES y no ERA mi amor. Aún así sigo esperando su vuelta aquí porque Caesar es mi amor y mi amor lo es todo.
martes, 24 de junio de 2014
domingo, 23 de febrero de 2014
BV 12: Dulce hogar o no tan dulce
Dulce hogar o no tan dulce
Dicen que no hay nada más dulce en el mundo que
volver a casa, pero cuando mi avión aterriza y el piloto informa que ya hemos
llegado a New Hampshire no sé si saltar de alegría o agarrarme al sillón y
negarme a moverme de ahí hasta que me devuelvan a Nueva York. Sé que al otro
lado del esas puertas me esperan un montón de noticias y algunas quizás no tan
buenas.
Las vacaciones de Navidades todavía no han
acabado y mis padres me han comunicado que me han levantado el castigo por
haberme portado tan bien en el viaje. Ahora ya parecemos hasta una familia
unida de verdad. Cogemos un taxi en el aeropuerto que nos lleva directamente a
casa y Evan y papá hablan sobre el partido de rugby que irán a ver. Mamá está
callada y yo voy mirando el aburrido paisaje cubierto de nieve. Pasamos por las
calles por las que tantas veces he caminado hasta que el taxi se detiene en la
puerta de casa y mamá me informa:
––Hemos llegado cariño.
Bajamos y papá me llama para que coja mi maleta.
Me quedo mirando la fachada y más específicamente la ventana de mi habitación.
Realmente hemos vuelto.
––Eileen––Vuelve a llamar mi padre––O
vienes a por tu maleta o se queda aquí.
––Voy, voy.
Me la alcanza y la arrastro hasta la entrada.
Mamá ya ha entrado, ha abierto la puerta y encendido las luces. Ya hay vida
dentro de la casa.
––Subo a deshacer la maleta––Murmuro antes de
subir las escaleras.
––No te olvides de bajar la ropa sucia para
ponerla a lavar––Dice mamá y asiento antes de seguir mi camino.
Abro mi puerta y enciendo la luz y todos los
recuerdos me bombardean. Hago que se esfumen en un segundo. Abro la maleta y
empiezo a sacar la ropa sucia apartándola en la cama. Doblo la limpia que no
llegué a usar y al fondo me encuentro la bolsa de los recuerdos. Le he comprado
a Rach lo que quería: una camiseta de I love NY, una figurita de la Estatua de
la Libertad en miniatura y una postal del Empire State. Me muero de ganas de
verla así que agarro la bolsa, me pongo mi abrigo y abro la puerta.
–Vuelvo dentro de un rato mamá, voy a ver a Rach.
No le doy tiempo a responder antes de cerrarla y
echar a correr en dirección a su casa. Las luces están encendidas así que debe
haber alguien. Me cuelo por la verja de la entrada y toco el timbre. Pasa un
rato antes de que la puerta de abra y su padre me salude.
–Hola Eileen, Rach está en su habitación, sube,
adelante.
–Gracias señor Klintworth–Digo a modo de saludo y
voy hasta las escaleras.
El corazón me late demasiado deprisa cuando la
puerta del cuarto de Matt se abre y me quedo helada al verlo otra vez. Él
apenas se inmuta. Va en pijama y tiene el pelo revuelto como si se acabase de
levantar.
–Hola–Me saluda y no sé que responder porque
realmente no me lo esperaba.
Me quedo callada esperando que siga su camino
pero no lo hace, me sigue mirando y se
va acercando hasta que agota el espacio que nos separa y cierro los ojos y
aguanto la respiración. No puedo con este tipo de situaciones. No lo aguanto.
–Matt por favor...–Ruego entre susurros.
–Te he echado de menos–Murmura con la voz a punto
de rompérsele y capta mi atención. Abro los ojos y entonces se acerca más y
más, tan peligrosamente que siento que el suelo se empieza a desvanecer. Me
besa. Un simple roce pero consigue hacer los suficientes estragos en mi como
para que se me olvide donde estoy y que hago allí. No lo detengo. Esta vez no.
Disfruto del beso y lo correspondo. Siento que me agarra por la cintura y me
arrastra hasta su habitación y yo me dejo hacer. Lo necesitaba, era como una
droga que me consumía y la necesitaba para poder seguir. Yo misma me quito el
abrigo y lo dejo caer. Tengo miedo que se detenga, un miedo que hace que me
vuelva torpe en cada uno de mis movimientos. Dejo que mis manos se cuelen por
debajo de la camiseta de su pijama y lo acaricio como si fuera la primera vez.
Y suspiro entre beso y beso. Ahora sí que me siento en casa. Este es mi hogar y
no puedo evitar querer volver a él. Dejo que me lleve hasta la cama y caigo
sobre ella, entonces deja de besarme y se separa unos instantes para mirarme.
Se quita la ropa despacio y me molesto cuando su camiseta se enreda en su
cabeza y no me deja seguir mirándolo a los ojos, necesito ese contacto visual,
siento que si lo pierdo lo perderé a él también. Pero ahí están de nuevo sus
ojos, devorándome, observándome detenidamente, penetrando hasta el fondo de mi
alma. Cuando lo veo venir de nuevo me tumbo y espero sentir el peso de su
cuerpo pero él me vuelve a levantar y me arranca la camiseta y el sujetador
dejándome prácticamente desnuda ante su mirada. Me sonrojo y hago un ademán de
taparme pero sus manos son más rápidas y sostienen las mías a cada lado. Besa
mi frente primero y deja un camino de besos hasta llegar a mi barbilla, tiemblo
ante el roce de sus labios con mi cuello. Me muerde despacio, dejándome
pequeñas marcas rojas y sigue su camino hasta mi clavícula, la besa dulcemente
y sigue bajando hasta perderse entre mis pechos. Me dejo hacer soltando
pequeños quejidos de placer. No quiero pensar en qué pasaría si la puerta se
abriera y nos encontraran así. Lo intento pero no puedo, estoy demasiado
concentrada en tratar de aplacar las mil
emociones que están atrapadas en mi cuerpo. Estoy en un profundo estado de
éxtasis, siento como si rozase el cielo con la punta de los dedos cada vez que
él se mueve en mi interior. Cuando termina lo abrazo no queriendo que se vaya.
–Eileen...
Su cálido aliento choca contra mi mejilla y
siento descargas eléctricas. Cierro los ojos unos instantes.
–Estoy con Nicole, Eileen.
Y siento como algo en mi interior se retuerce
hasta desquebrajarse en mil pedazos. No me muevo ni un milímetro. Sin querer se
me nubla la vista y las lágrimas no dudan en correr por mis mejillas. Me siento
usada, como un trapo viejo. Lloro en silencio a sabiendas de que él me ve en
todo momento y no hace nada para que me detenga. Dejo caer mis brazos y lo
empujo para que me deje marchar. Me visto en silencio y me limpio los ojos antes
de salir y cerrar la puerta. Olvido el regalo de Rachel y vuelvo a casa. Por
suerte el señor y la señora Klintworth han salido y el pasillo está despejado.
Camino arrastrando los pies, veo la puerta de mi hogar a dos metros de mi pero
no puedo ir, todavía no, no así. Y vuelvo a girar y suelto un pequeño grito de
susto al encontrarlo detrás de mí.
–¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido?
No puedo mirarlo a los ojos sin sentirme sucia y
culpable. Me abraza sin decir palabras y al principio me resisto pero termino
por ceder. No tengo fuerzas para luchar contra sus brazos. Sin darme cuenta me
ha cargado en brazos y me lleva de vuelta a su casa. Me equivoco, vamos hacia
su coche. Abre la puerta del copiloto para mí y me sienta. Da la vuelta, sube y
nos marchamos a alguna parte. No pregunto a donde me lleva. No puedo ni
mirarlo, me siento débil y perdida si lo hago. Ninguno dice nada en todo el
camino. El aire parece cargado entre los
dos. Siento su intento de agarrarme una mano pero enseguida la aparto.
–No me toques, no quiero que me vuelvas a tocar
nunca más.
BV 11: Con Nueva York a mis pies
Con Nueva York a mis pies
El viaje en avión es increíble. Increíblemente
rápido. Tardamos dos horas en llegar a la ciudad que nunca duerme, Nueva York.
Creo que el nombre le viene como anillo al dedo porque sus luces nunca se
apagan. Tengo que decir que mis padres se han comportado como unos completos
estirados durante todo el viaje. Tratando de ser algo que no son. Pero se los
perdono porque son mis padres y porque me interesa este viaje más que cualquier
otra cosa que pudieran darme de regalo. Porque por si no lo sabéis mi
cumpleaños se acerca. Estoy deseando ver que me regalan, porque a ver, seamos
sinceros, lo que más nos gusta de cumplir años son los regalos. Así que dejemos
de fingir en ese momento en el que te lo
entregan y te preguntas: ¿debo poner cara de no tenías porque hacerlo? Yo sería
incapaz de hacerlo, no porque no quiera sino porque mi cara y mis ojos con las
pupilas dilatadas me delatan. Maldito mis preciosos ojos que no saben mentir.
Mejor dejo el tema de las mentiras porque todos sabemos en qué va a derivar y
ese tema ahora es tabú.
Era nuestro segundo día en la gran ciudad y
estaba muerte de cansancio. Habíamos ido a cenar a un restaurante muy bonito
cerca de la Gran Manzana y ahora volvíamos al hotel.
—Chicos, mamá y yo os dejamos salir esta noche
por vuestra cuenta, ya que os habéis portado tan bien.
Aquella había sido una noticia que no
esperábamos. Evan me miro entre asombrado y divertido y yo le devolví la mirada
advirtiéndole que la que mandaba aquella noche era yo.
Así fue como conocí a Richard. En uno de los
clubs más conocidos de Nueva York. Vivía en la el Upper East Side, en un hotel
de lujo que pertenecía a su familia. Fue como pedir una joya y encontrar un
diamante en bruto, perfectamente pulido, que lo tenía todo. No tenía ni idea de
donde vivía yo, él lo llamaba ''un sitio
de por ahí arriba''. Habíamos hecho una gran amistad de estas que terminan
siempre en algo más. Así que esperé el mejor momento para decirle que el año
que viene vendría a vivir a Nueva York, entonces me miró con interés, un
interés demasiado peligroso. Me ofreció una habitación para mi sola de lujo en
su hotel para que viviera y me quede sin palabras. Aquel chico estaba loco,
apenas me conocía y ya me estaba ofreciendo el mundo en bandeja de oro.
Tenía que contárselo a Rach y no podía esperar
así que aquella misma noche realicé mi primera llamada desde Nueva York.
—¿Rachel?
Mi voz sonó demasiado emocionada.
—Rachel no está en este momento, si me dice quién
es le puedo decir que la llame más tarde.
Aquella voz yo la conocía, era la de Matt.
—perdone ¿desde dónde llama? no conozco su
número.
No me había reconocido así que colgué antes de
que fuera demasiado tarde. Y me fui a la cama con la voz de Matt metida en la
cabeza y el número de Richard en el bolsillo.
Así me desperté a la mañana siguiente con la
cabeza como un bombo y unas ojeras con las que no podía. Me había pasado toda
la noche dando vueltas en la cama con Matt
metido en la cabeza. Me dolía y mucho como había terminado todo, pero
bueno ya nada tenía arreglo...
Ese día preferí quedarme en el hotel. Mis padres
y mi hermano querían ir a pasear pero yo no estaba de ánimos y preferí quedarme
en la cama. Pero al final mi móvil sonó y no sé como peor me dejé convencer por
Richard para ir a un sitio que me quería enseñar. Sólo que resultó que el
famoso sitio estaba a una hora de vuelo en su Jet privado y yo me quedé de
piedra porque apenas me había arreglado. Me llevó al mejor restaurante de Los
Angeles y yo no sabía dónde meter la cabeza cuando entré y todo el mundo se me
quedó mirando.
Lo agarré de la manga de la camisa antes de
cruzar el gran umbral que daba a la sala que había reservado especialmente para
nosotros dos y él se giró mirándome a través de aquellos preciosos ojos azules.
—¿Qué pasa?
—No estoy segura de que sea una buena
idea—Murmuré incómoda—mira cómo voy... no estoy vestida para la ocasión...
Entonces fue cuando reparó en mi vestimenta y me
repasó de arriba a abajo con la mirada para al final sonreír.
—Yo creo que estás perfecta—Y añadió— y
encantadora
Me mordí el labio, casi conseguía que me
sonrojara. Me extendió su mano y la acepté, sentándonos en el centro de aquel
gran salón.
En seguida vino un camarero a atendernos y nos
trajo el menú. Lo repasé todo muy rápido fijándome sobre todo en los precios
que eran de infarto. Levanté la viste fijándome en Richard detenidamente. Sus
ojos se movían de un lado a otro concentrados. Tenía unas pestañas largas y la
piel de un moreno natural típico de alguien que vive en la costa. Su pelo era
de un rubio cenizo despeinado y su boca... bueno, su boca parecía un melocotón
aún sin abrir. Suspiré y cuando levanté la vista me di cuenta de que él me
estaba mirando y enseguida me sonrojé.
--Dime, ¿ya elegiste que vas a pedir?
Lo miré curiosa
y se acercó señalándome con el dedo.
-Esto, te lo recomiendo. Aquí hacen las carnes
rojas más jugosas que vas a poder probar en toda tu vida.
Sigo el trazo de su mano y me perdí un instante
recordando la noche con Matt, la mejor noche de mi vida. Creo que si se puede
decir, diría que hasta me sentí flotar en el aire, pero solo lo diría si eso
fuese posible. Mordí mi labio y maldije por lo bajo. Me había prohibido pensar
en Matt o en todo aquello que me pudiese hacer sentir algo por él de nuevo...
Cuando levanté la vista Richard me miraba
confuso.
-¿Decías algo?
-Estabas como ida, pero bueno nada, que debería probar
el vino, lo elegí yo personalmente.- Y de nuevo volvió a sonreír, una de esas
sonrisas que en un tío te suele encantar porque te da confianza y hasta te hace
sentir que todavía vale la pena intentarlo. Sentir amor, digo.
-Cuéntame algo de ti.
Quizás no fue la pregunta que esperaba de su
parte. Me tomó por sorpresa. Bebí un sorbo y me escoció la garganta.
-De mi- Repetí como un loro.
-Sí, ya sabes, lo típico, ¿cuántos novios has
tenido?, tus amigas, hermanos, me decías que tenías uno ¿no?
Lo mejor sería empezar por mi hermano, era lo más
sano y conforme fuese pasando la noche hablaría de lo demás, omitiendo a Matt
por supuesto.
-Mi hermano se llama Evan, es ... no sé como describírtelo
exactamente sin hacerlo quedar mal...
-¿Tan malo es? Soy hijo único así que no sé qué
es eso de compartir con otra persona.
-Bueno, básicamente es un adolescente con
hormonas revolucionadas, algo rebelde que últimamente ha decidido que
protegerme va a ser su nueva misión durante los próximos meses.
-¿Debo tener miedo de eso?
Me acerco la copa a los labios y respondo
simulando seriedad:
-Deberías.
Richard se ríe y me contagio de su alegría. La
noche fluye así, entre risas, yo le cuento aquello por lo que siente tanta
curiosidad de mi vida y él hace comentarios graciosos. Pero... en ningún
momento me deja preguntar cosas sobre él, la intriga me puede, ese secreto que
tanto protege siento la necesidad de conocerlo, así que cuando me deja en la
puerta del hotel no dudo en subir y coger el portátil y buscar quien es
realmente. Internet es maravilloso, me puede ofrecer múltiples páginas de
información en tan solo un microsegundo. Nada. No hay nada interesante, ninguna
información a parte de la que ya conozco. Así que dejo de lado mi búsqueda y
entro a mi correo, mi facebook, a todas mis redes sociales para ser más
concretos. Tengo un montón de mensajes. De Rach, de gente de clase,
publicidad... No hay nada de Matt. Y me sorprendo a mi misma esperando algo de
su parte. Pero bueno que estúpida soy... Claro que no me va a escribir. Idiota,
Idiota, Idiota. Lo repito a ver si así se me graba de una vez.
te odio
Te odio, te odio porque te quiero
y te quiero porque te odio, porque me haces daño sin querer hacérmelo, te odio
porque no me quieres, te odio por ser tan bueno conmigo, te odio porque no
puedo hacer otra cosa que odiarte, te odio porque no me dejas quererte, te odio
porque siempre sigues a mi lado, te odio cuando me dices cosas que no quiero
escuchar, te odio cuando me mientes y cuando me dices la verdad, te odio como si
no hubiera mañana, te odio, te odio, te odio y no sé hacer otra cosa que
odiarte, te odio y no pienso decírtelo, te odio en silencio con lágrimas en los
ojos, te odio con el corazón roto, te odio cuando me dices que te importo y yo
sé que no nunca será como yo quiero, te odio porque soy así, te odio tanto que
podría decir un millón de cosas, te odio por acelerar mi corazón, te odio por
no advertirme que quererte me haría daño, te odio, te odio te odio porque
derramo lágrimas al azar, te odio porque no tengo otra manera de decirte que te
quiero, te odio porque no te tendré aunque pasen los días, te odio porque nada
volveré a ser igual, te odio porque.
sábado, 4 de mayo de 2013
Mini relato: Estúpida enamorada...
—Lo siento, me voy, no puedo seguir viviendo así.
— ¿A dónde crees que vas? Dijimos que estaríamos juntos
para siempre, ¿recuerdas? ¿Acaso acá esas palabras no son nada para ti?
— ¿Y para ti? Sé que has estado con otras así que no
vengas ahora haciéndote la víctima. Ya no soporto más estar a tu lado.
—Yo te quiero.
—MENTIRA, la querías a ella, a mí solo me usaste para
intentar olvidarla. ¿Cuánto tiempo más vas a estar engañándote? Ella te dejo y
ahora yo también lo haré.
Te levantas e intentas abrazarme pero yo te aparto. No
soporto sentir el roce de tu piel después de que tocaras otros cuerpos.
—Perdóname….
Pronuncias la palabra mágica peor esta vez no caeré, ya
no.
—No tengo nada que perdonarte, nada. Esto se ha
terminado.
—Me niego a verlo así.
—Acéptalo de una vez, todo esto es tu culpa, no seas un
necio. Tu forma de amar me ha destruido por completo—Titubeo y rompo a llorar.
—No hagas eso…—Te giras porque odias verme llorar.
—Mírame porque esta será la última vez que derrame una
lágrima por ti. Por tu culpa no sé amar…
Te quedas callado, no tienes nada que decir. NADA.
—Adiós.
Cierro la puerta tras de mí y me dejo caer. Al fin ha
terminado esta pesadilla y yo aquí, llorando como una estúpida enamorada.
martes, 30 de abril de 2013
Mini relato: Introducción al amor.
—No existe amor en el mundo que pueda llenar mi corazón.
Sonó tan frío, tan mío. Las palabras volaron y él me miró
compasivo. Me regaló una cálida sonrisa y me respondió:
—Vale la pena intentarlo.
Se da la vuelta y se va dejándome con el corazón helado
como la primera nevada de invierno. Cuando un corazón está cerrado no hay amor
posible en el mundo que pueda volver a abrirlo o eso fue lo que me dije durante
años. La soledad no daña, el amor sí. Pero es que yo nunca podría decir que eran
exactamente esas cuatro letras que todo el mundo se empeñaba en usar tan a la
ligera porque nunca lo había vivido. Giro sobre mi misma y me dejo caer sobre
el sofá. Recuerdo la conversación que acabo de tener con él, el que nunca será
el amor de mi vida por definición.
— ¿Cuánto más piensas seguir así? Esa no es una forma de
vivir, te cierras a todo lo que sea nuevo…
—Eso no te incumbe, no voy a cambiar mi forma de parecer
porque tú irrumpas en mi casa y me lo digas.
—Sabes de lo que soy capaz de hacer por ti, lo sabes, me
rebajaría a lo más mínimo, dame una oportunidad, por favor.
—Nunca la has tenido, ni la tendrás, pierdes tu tiempo y
haces que yo pierda también el mío.
—Algún día te arrepentirás de esto y me buscarás y será
demasiado tarde porque estaré a kilómetros de tu corazón.
—Yo nunca me arrepiento de nada y tú en mi vida solo
serías un error, uno que no estoy dispuesta a pagar. El amor es para débiles,
te vuelve vulnerable y yo no soy así.
—Esa coraza de hielo que te protege algún día se
derretirá…
—Para cuando lo haga tú ya no estarás vivo.
—Eres tan fría y calculadora… ¿no podrías al menos fingir
que sientes algo?
—No.
martes, 9 de abril de 2013
La música, ¡nunca puede faltar!
Creo que hay algo que es imprescindible a la hora de escribir para cualquier autor que nos ayuda muchísimo a ambientar nuestras historias y es la música. Así que también os traigo algunas canciones que suelo utilizar para escribir, aunque tengo que decir que lo mío es un poco a boleo, las elijo dependiendo del día y de lo que me apetezca escribir. Me ayudan mucho a seguir un ritmo a la historia y a la hora de crear escenas claves, así que si lo que quiero es escribir algo romántico busque música romántica, o si quiero crear una escena más chispeante busque música alegre y con un ritmo muy marcado.
Bueno aquí está la música que he usado para inspirarme:
Can't Hold Us - Macklemore & Ryan Lewis (feat. Ray Dalton)
Mountain Sound - Of Monsters & Men
Of Monsters and Men - King And Lionheart
Imagine Dragons- Fallen
The Script - Six Degrees of Separation
Ellie Goulding - I Need Your Love ft. Calvin Harris
Imagine Dragons - Radioactive
B.A.P - ONE SHOT
Carly Rae Jepsen - Tonight I'm Getting Over You
Taylor Swift - We Are Never Ever Getting Back Together
Tiziano Ferro - Rosso Relativo
Kim Boa (김보아) - Tears Fallin'
Miss Caffeina - Ley de Gravitación Universal
New Cassettes - Bite Your Lip
Just A Fool - Christina Aguilera ft. Blake Shelton
30 Seconds To Mars - Up In The Air
4MINUTE - Volume Up
Huh Gak - One Person
Gotye - Somebody That Used To Know feat. Kimbra
Paloma Faith - 30 Minute Love Affair
Ailee - Heaven
Emeli Sande - Mountains
Pink - Try
Paloma Faith - Picking Up The Pieces
Of Monsters and Men - Little Talks
Más o menos, esta es la lista de las que me acuerdo porque tengo un montón más pero a saber donde... Como veis soy bastante variada, incluso hay K-POP (ME ENCANTA *o*)
Espero que os gusten, ya me daréis vuestra opinión.
Y no os olvidéis de que ya está el capítulo 10 de Beso Viajero a vuestra disposición. Nos vemos próximamente.
¡BESITOS VIAJEROS! <3
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