martes, 24 de junio de 2014

Caesar ES mi amor.

Caesar es mi amor, pero es un secreto, un secreto entre tú y yo. Conocí a Caesar una mañana de lluvia en una biblioteca, éramos compañeros de trabajo y nos conocimos por primera vez. Ese día tan siquiera le miré, no era la clase de hombre en el que yo me suelo fijar, hablaba torpe, evitaba mi mirada cuando hablaba y tenía una seria pero interesante obsesión por el mundo egipcio, era lo único de lo que no paraba de hablar. Yo lo escuché en silencio alegando que no sabía nada sobre el tema pero él parecía emocionado hablando sin parar y lo dejé, ¿quién era yo para decirle que no? Con este inicio tan aburrido quien podría imaginar el final, yo no. Caesar es mi amor pero le dejé marchar. Poco a poco descubrí que no podía evitar mirarlo sin parar, que no podía evitar que su sonrisa me hiciera vibrar. Puse mi todo en sus manos y me dejé llevar, con miedo, pero me dejé llevar, nadie sabe si el destino estaría a mi favor esta vez y le devolví la sonrisa, la mirada cómplice, el abrazo y los besos, muchos besos. Caesar es mi amor pero él no lo sabe y yo le entregué todo. El capricho y las ganas quisieron que compartiéramos más que un inocente roce y un beso apasionado a media noche. Y cuando todo acabó, Caesar me abandonó. Me dejó a la deriva, sola y sin él. Caesar me hizo daño, me hundió y no volvió. Y aun así ES y no ERA mi amor. Aún así sigo esperando su vuelta aquí porque Caesar es mi amor y mi amor lo es todo. 

domingo, 23 de febrero de 2014

BV 12: Dulce hogar o no tan dulce

Dulce hogar o no tan dulce


Dicen que no hay nada más dulce en el mundo que volver a casa, pero cuando mi avión aterriza y el piloto informa que ya hemos llegado a New Hampshire no sé si saltar de alegría o agarrarme al sillón y negarme a moverme de ahí hasta que me devuelvan a Nueva York. Sé que al otro lado del esas puertas me esperan un montón de noticias y algunas quizás no tan buenas.
Las vacaciones de Navidades todavía no han acabado y mis padres me han comunicado que me han levantado el castigo por haberme portado tan bien en el viaje. Ahora ya parecemos hasta una familia unida de verdad. Cogemos un taxi en el aeropuerto que nos lleva directamente a casa y Evan y papá hablan sobre el partido de rugby que irán a ver. Mamá está callada y yo voy mirando el aburrido paisaje cubierto de nieve. Pasamos por las calles por las que tantas veces he caminado hasta que el taxi se detiene en la puerta de casa y mamá me informa:
­­––Hemos llegado cariño.
Bajamos y papá me llama para que coja mi maleta. Me quedo mirando la fachada y más específicamente la ventana de mi habitación. Realmente hemos vuelto.
––­­Eileen––Vuelve a ­­­­llamar mi padre––O vienes a por tu maleta o se queda aquí.
––Voy, voy.
Me la alcanza y la arrastro hasta la entrada. Mamá ya ha entrado, ha abierto la puerta y encendido las luces. Ya hay vida dentro de la casa.
––Subo a deshacer la maleta––Murmuro antes de subir las escaleras.
––No te olvides de bajar la ropa sucia para ponerla a lavar––Dice mamá y asiento antes de seguir mi camino.
Abro mi puerta y enciendo la luz y todos los recuerdos me bombardean. Hago que se esfumen en un segundo. Abro la maleta y empiezo a sacar la ropa sucia apartándola en la cama. Doblo la limpia que no llegué a usar y al fondo me encuentro la bolsa de los recuerdos. Le he comprado a Rach lo que quería: una camiseta de I love NY, una figurita de la Estatua de la Libertad en miniatura y una postal del Empire State. Me muero de ganas de verla así que agarro la bolsa, me pongo mi abrigo y abro la puerta.
–Vuelvo dentro de un rato mamá, voy a ver a Rach.
No le doy tiempo a responder antes de cerrarla y echar a correr en dirección a su casa. Las luces están encendidas así que debe haber alguien. Me cuelo por la verja de la entrada y toco el timbre. Pasa un rato antes de que la puerta de abra y su padre me salude.
–Hola Eileen, Rach está en su habitación, sube, adelante.
–Gracias señor Klintworth–Digo a modo de saludo y voy hasta las escaleras.
El corazón me late demasiado deprisa cuando la puerta del cuarto de Matt se abre y me quedo helada al verlo otra vez. Él apenas se inmuta. Va en pijama y tiene el pelo revuelto como si se acabase de levantar.
–Hola–Me saluda y no sé que responder porque realmente no me lo esperaba.
Me quedo callada esperando que siga su camino pero no lo hace, me  sigue mirando y se va acercando hasta que agota el espacio que nos separa y cierro los ojos y aguanto la respiración. No puedo con este tipo de situaciones. No lo aguanto.
–Matt por favor...–Ruego entre susurros.
–Te he echado de menos–Murmura con la voz a punto de rompérsele y capta mi atención. Abro los ojos y entonces se acerca más y más, tan peligrosamente que siento que el suelo se empieza a desvanecer. Me besa. Un simple roce pero consigue hacer los suficientes estragos en mi como para que se me olvide donde estoy y que hago allí. No lo detengo. Esta vez no. Disfruto del beso y lo correspondo. Siento que me agarra por la cintura y me arrastra hasta su habitación y yo me dejo hacer. Lo necesitaba, era como una droga que me consumía y la necesitaba para poder seguir. Yo misma me quito el abrigo y lo dejo caer. Tengo miedo que se detenga, un miedo que hace que me vuelva torpe en cada uno de mis movimientos. Dejo que mis manos se cuelen por debajo de la camiseta de su pijama y lo acaricio como si fuera la primera vez. Y suspiro entre beso y beso. Ahora sí que me siento en casa. Este es mi hogar y no puedo evitar querer volver a él. Dejo que me lleve hasta la cama y caigo sobre ella, entonces deja de besarme y se separa unos instantes para mirarme. Se quita la ropa despacio y me molesto cuando su camiseta se enreda en su cabeza y no me deja seguir mirándolo a los ojos, necesito ese contacto visual, siento que si lo pierdo lo perderé a él también. Pero ahí están de nuevo sus ojos, devorándome, observándome detenidamente, penetrando hasta el fondo de mi alma. Cuando lo veo venir de nuevo me tumbo y espero sentir el peso de su cuerpo pero él me vuelve a levantar y me arranca la camiseta y el sujetador dejándome prácticamente desnuda ante su mirada. Me sonrojo y hago un ademán de taparme pero sus manos son más rápidas y sostienen las mías a cada lado. Besa mi frente primero y deja un camino de besos hasta llegar a mi barbilla, tiemblo ante el roce de sus labios con mi cuello. Me muerde despacio, dejándome pequeñas marcas rojas y sigue su camino hasta mi clavícula, la besa dulcemente y sigue bajando hasta perderse entre mis pechos. Me dejo hacer soltando pequeños quejidos de placer. No quiero pensar en qué pasaría si la puerta se abriera y nos encontraran así. Lo intento pero no puedo, estoy demasiado concentrada  en tratar de aplacar las mil emociones que están atrapadas en mi cuerpo. Estoy en un profundo estado de éxtasis, siento como si rozase el cielo con la punta de los dedos cada vez que él se mueve en mi interior. Cuando termina lo abrazo no queriendo que se vaya.
–Eileen...
Su cálido aliento choca contra mi mejilla y siento descargas eléctricas. Cierro los ojos unos instantes.
–Estoy con Nicole, Eileen.
Y siento como algo en mi interior se retuerce hasta desquebrajarse en mil pedazos. No me muevo ni un milímetro. Sin querer se me nubla la vista y las lágrimas no dudan en correr por mis mejillas. Me siento usada, como un trapo viejo. Lloro en silencio a sabiendas de que él me ve en todo momento y no hace nada para que me detenga. Dejo caer mis brazos y lo empujo para que me deje marchar. Me visto en silencio y me limpio los ojos antes de salir y cerrar la puerta. Olvido el regalo de Rachel y vuelvo a casa. Por suerte el señor y la señora Klintworth han salido y el pasillo está despejado. Camino arrastrando los pies, veo la puerta de mi hogar a dos metros de mi pero no puedo ir, todavía no, no así. Y vuelvo a girar y suelto un pequeño grito de susto al encontrarlo detrás de mí.
–¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido?
No puedo mirarlo a los ojos sin sentirme sucia y culpable. Me abraza sin decir palabras y al principio me resisto pero termino por ceder. No tengo fuerzas para luchar contra sus brazos. Sin darme cuenta me ha cargado en brazos y me lleva de vuelta a su casa. Me equivoco, vamos hacia su coche. Abre la puerta del copiloto para mí y me sienta. Da la vuelta, sube y nos marchamos a alguna parte. No pregunto a donde me lleva. No puedo ni mirarlo, me siento débil y perdida si lo hago. Ninguno dice nada en todo el camino.  El aire parece cargado entre los dos. Siento su intento de agarrarme una mano pero enseguida la aparto.
–No me toques, no quiero que me vuelvas a tocar nunca más.


BV 11: Con Nueva York a mis pies

Con Nueva York a mis pies


El viaje en avión es increíble. Increíblemente rápido. Tardamos dos horas en llegar a la ciudad que nunca duerme, Nueva York. Creo que el nombre le viene como anillo al dedo porque sus luces nunca se apagan. Tengo que decir que mis padres se han comportado como unos completos estirados durante todo el viaje. Tratando de ser algo que no son. Pero se los perdono porque son mis padres y porque me interesa este viaje más que cualquier otra cosa que pudieran darme de regalo. Porque por si no lo sabéis mi cumpleaños se acerca. Estoy deseando ver que me regalan, porque a ver, seamos sinceros, lo que más nos gusta de cumplir años son los regalos. Así que dejemos de fingir  en ese momento en el que te lo entregan y te preguntas: ¿debo poner cara de no tenías porque hacerlo? Yo sería incapaz de hacerlo, no porque no quiera sino porque mi cara y mis ojos con las pupilas dilatadas me delatan. Maldito mis preciosos ojos que no saben mentir. Mejor dejo el tema de las mentiras porque todos sabemos en qué va a derivar y ese tema ahora es tabú.
Era nuestro segundo día en la gran ciudad y estaba muerte de cansancio. Habíamos ido a cenar a un restaurante muy bonito cerca de la Gran Manzana y ahora volvíamos al hotel.
—Chicos, mamá y yo os dejamos salir esta noche por vuestra cuenta, ya que os habéis portado tan bien.
Aquella había sido una noticia que no esperábamos. Evan me miro entre asombrado y divertido y yo le devolví la mirada advirtiéndole que la que mandaba aquella noche era yo.
Así fue como conocí a Richard. En uno de los clubs más conocidos de Nueva York. Vivía en la el Upper East Side, en un hotel de lujo que pertenecía a su familia. Fue como pedir una joya y encontrar un diamante en bruto, perfectamente pulido, que lo tenía todo. No tenía ni idea de donde vivía yo, él lo  llamaba ''un sitio de por ahí arriba''. Habíamos hecho una gran amistad de estas que terminan siempre en algo más. Así que esperé el mejor momento para decirle que el año que viene vendría a vivir a Nueva York, entonces me miró con interés, un interés demasiado peligroso. Me ofreció una habitación para mi sola de lujo en su hotel para que viviera y me quede sin palabras. Aquel chico estaba loco, apenas me conocía y ya me estaba ofreciendo el mundo en bandeja de oro.
Tenía que contárselo a Rach y no podía esperar así que aquella misma noche realicé mi primera llamada desde Nueva York.
—¿Rachel?
Mi voz sonó demasiado emocionada.
—Rachel no está en este momento, si me dice quién es le puedo decir que la llame más tarde.
Aquella voz yo la conocía, era la de Matt.
—perdone ¿desde dónde llama? no conozco su número.
No me había reconocido así que colgué antes de que fuera demasiado tarde. Y me fui a la cama con la voz de Matt metida en la cabeza y el número de Richard en el bolsillo.
Así me desperté a la mañana siguiente con la cabeza como un bombo y unas ojeras con las que no podía. Me había pasado toda la noche dando vueltas en la cama con Matt  metido en la cabeza. Me dolía y mucho como había terminado todo, pero bueno ya nada tenía arreglo...
Ese día preferí quedarme en el hotel. Mis padres y mi hermano querían ir a pasear pero yo no estaba de ánimos y preferí quedarme en la cama. Pero al final mi móvil sonó y no sé como peor me dejé convencer por Richard para ir a un sitio que me quería enseñar. Sólo que resultó que el famoso sitio estaba a una hora de vuelo en su Jet privado y yo me quedé de piedra porque apenas me había arreglado. Me llevó al mejor restaurante de Los Angeles y yo no sabía dónde meter la cabeza cuando entré y todo el mundo se me quedó mirando.
Lo agarré de la manga de la camisa antes de cruzar el gran umbral que daba a la sala que había reservado especialmente para nosotros dos y él se giró mirándome a través de aquellos preciosos ojos azules.
—¿Qué pasa?
—No estoy segura de que sea una buena idea—Murmuré incómoda—mira cómo voy... no estoy vestida para la ocasión...
Entonces fue cuando reparó en mi vestimenta y me repasó de arriba a abajo con la mirada para al final sonreír.
—Yo creo que estás perfecta—Y añadió— y encantadora
Me mordí el labio, casi conseguía que me sonrojara. Me extendió su mano y la acepté, sentándonos en el centro de aquel gran salón.
En seguida vino un camarero a atendernos y nos trajo el menú. Lo repasé todo muy rápido fijándome sobre todo en los precios que eran de infarto. Levanté la viste fijándome en Richard detenidamente. Sus ojos se movían de un lado a otro concentrados. Tenía unas pestañas largas y la piel de un moreno natural típico de alguien que vive en la costa. Su pelo era de un rubio cenizo despeinado y su boca... bueno, su boca parecía un melocotón aún sin abrir. Suspiré y cuando levanté la vista me di cuenta de que él me estaba mirando y enseguida me sonrojé.
­--Dime, ¿ya elegiste que vas a pedir?
Lo miré curiosa  y se acercó señalándome con el dedo.
-Esto, te lo recomiendo. Aquí hacen las carnes rojas más jugosas que vas a poder probar en toda tu vida.
Sigo el trazo de su mano y me perdí un instante recordando la noche con Matt, la mejor noche de mi vida. Creo que si se puede decir, diría que hasta me sentí flotar en el aire, pero solo lo diría si eso fuese posible. Mordí mi labio y maldije por lo bajo. Me había prohibido pensar en Matt o en todo aquello que me pudiese hacer sentir algo por él de nuevo...
Cuando levanté la vista Richard me miraba confuso.
-¿Decías algo?
-Estabas como ida, pero bueno nada, que debería probar el vino, lo elegí yo personalmente.- Y de nuevo volvió a sonreír, una de esas sonrisas que en un tío te suele encantar porque te da confianza y hasta te hace sentir que todavía vale la pena intentarlo. Sentir amor, digo.
-Cuéntame algo de ti.
Quizás no fue la pregunta que esperaba de su parte. Me tomó por sorpresa. Bebí un sorbo y me escoció la garganta.
-De mi- Repetí como un loro.
-Sí, ya sabes, lo típico, ¿cuántos novios has tenido?, tus amigas, hermanos, me decías que tenías uno ¿no?
Lo mejor sería empezar por mi hermano, era lo más sano y conforme fuese pasando la noche hablaría de lo demás, omitiendo a Matt por supuesto.
-Mi hermano se llama Evan, es ... no sé como describírtelo exactamente sin hacerlo quedar mal...
-¿Tan malo es? Soy hijo único así que no sé qué es eso de compartir con otra persona.
-Bueno, básicamente es un adolescente con hormonas revolucionadas, algo rebelde que últimamente ha decidido que protegerme va a ser su nueva misión durante los próximos meses.
-¿Debo tener miedo de eso?
Me acerco la copa a los labios y respondo simulando seriedad:
-Deberías.

Richard se ríe y me contagio de su alegría. La noche fluye así, entre risas, yo le cuento aquello por lo que siente tanta curiosidad de mi vida y él hace comentarios graciosos. Pero... en ningún momento me deja preguntar cosas sobre él, la intriga me puede, ese secreto que tanto protege siento la necesidad de conocerlo, así que cuando me deja en la puerta del hotel no dudo en subir y coger el portátil y buscar quien es realmente. Internet es maravilloso, me puede ofrecer múltiples páginas de información en tan solo un microsegundo. Nada. No hay nada interesante, ninguna información a parte de la que ya conozco. Así que dejo de lado mi búsqueda y entro a mi correo, mi facebook, a todas mis redes sociales para ser más concretos. Tengo un montón de mensajes. De Rach, de gente de clase, publicidad... No hay nada de Matt. Y me sorprendo a mi misma esperando algo de su parte. Pero bueno que estúpida soy... Claro que no me va a escribir. Idiota, Idiota, Idiota. Lo repito a ver si así se me graba de una vez. 

te odio

Te odio, te odio porque te quiero y te quiero porque te odio, porque me haces daño sin querer hacérmelo, te odio porque no me quieres, te odio por ser tan bueno conmigo, te odio porque no puedo hacer otra cosa que odiarte, te odio porque no me dejas quererte, te odio porque siempre sigues a mi lado, te odio cuando me dices cosas que no quiero escuchar, te odio cuando me mientes y cuando me dices la verdad, te odio como si no hubiera mañana, te odio, te odio, te odio y no sé hacer otra cosa que odiarte, te odio y no pienso decírtelo, te odio en silencio con lágrimas en los ojos, te odio con el corazón roto, te odio cuando me dices que te importo y yo sé que no nunca será como yo quiero, te odio porque soy así, te odio tanto que podría decir un millón de cosas, te odio por acelerar mi corazón, te odio por no advertirme que quererte me haría daño, te odio, te odio te odio porque derramo lágrimas al azar, te odio porque no tengo otra manera de decirte que te quiero, te odio porque no te tendré aunque pasen los días, te odio porque nada volveré a ser igual, te odio porque.


sábado, 4 de mayo de 2013

Mini relato: Estúpida enamorada...


—Lo siento, me voy, no puedo seguir viviendo así.

— ¿A dónde crees que vas? Dijimos que estaríamos juntos para siempre, ¿recuerdas? ¿Acaso acá esas palabras no son nada para ti?

— ¿Y para ti? Sé que has estado con otras así que no vengas ahora haciéndote la víctima. Ya no soporto más estar a tu lado.

—Yo te quiero.

—MENTIRA, la querías a ella, a mí solo me usaste para intentar olvidarla. ¿Cuánto tiempo más vas a estar engañándote? Ella te dejo y ahora yo también lo haré.

Te levantas e intentas abrazarme pero yo te aparto. No soporto sentir el roce de tu piel después de que tocaras otros cuerpos.  

—Perdóname….

Pronuncias la palabra mágica peor esta vez no caeré, ya no.

—No tengo nada que perdonarte, nada. Esto se ha terminado.

—Me niego a verlo así.

—Acéptalo de una vez, todo esto es tu culpa, no seas un necio. Tu forma de amar me ha destruido por completo—Titubeo y rompo a llorar.

—No hagas eso…—Te giras porque odias verme llorar.

—Mírame porque esta será la última vez que derrame una lágrima por ti. Por tu culpa no sé amar…

Te quedas callado, no tienes nada que decir. NADA.

—Adiós.

Cierro la puerta tras de mí y me dejo caer. Al fin ha terminado esta pesadilla y yo aquí, llorando como una estúpida enamorada.

martes, 30 de abril de 2013

Mini relato: Introducción al amor.


—No existe amor en el mundo que pueda llenar mi corazón.

Sonó tan frío, tan mío. Las palabras volaron y él me miró compasivo. Me regaló una cálida sonrisa y me respondió:

—Vale la pena intentarlo.

Se da la vuelta y se va dejándome con el corazón helado como la primera nevada de invierno. Cuando un corazón está cerrado no hay amor posible en el mundo que pueda volver a abrirlo o eso fue lo que me dije durante años. La soledad no daña, el amor sí. Pero es que yo nunca podría decir que eran exactamente esas cuatro letras que todo el mundo se empeñaba en usar tan a la ligera porque nunca lo había vivido. Giro sobre mi misma y me dejo caer sobre el sofá. Recuerdo la conversación que acabo de tener con él, el que nunca será el amor de mi vida por definición.

— ¿Cuánto más piensas seguir así? Esa no es una forma de vivir, te cierras a todo lo que sea nuevo…

—Eso no te incumbe, no voy a cambiar mi forma de parecer porque tú irrumpas en mi casa y me lo digas.

—Sabes de lo que soy capaz de hacer por ti, lo sabes, me rebajaría a lo más mínimo, dame una oportunidad, por favor.

—Nunca la has tenido, ni la tendrás, pierdes tu tiempo y haces que yo pierda también el mío.

—Algún día te arrepentirás de esto y me buscarás y será demasiado tarde porque estaré a kilómetros de tu corazón.

—Yo nunca me arrepiento de nada y tú en mi vida solo serías un error, uno que no estoy dispuesta a pagar. El amor es para débiles, te vuelve vulnerable y yo no soy así.

—Esa coraza de hielo que te protege algún día se derretirá…

—Para cuando lo haga tú ya no estarás vivo.

—Eres tan fría y calculadora… ¿no podrías al menos fingir que sientes algo?

—No.



martes, 9 de abril de 2013

La música, ¡nunca puede faltar!

Creo que hay algo que es imprescindible a la hora de escribir para cualquier autor que nos ayuda muchísimo a ambientar nuestras historias y es la música. Así que también os traigo algunas canciones que suelo utilizar para escribir, aunque tengo que decir que lo mío es un poco a boleo, las elijo dependiendo del día y de lo que me apetezca escribir. Me ayudan mucho a seguir un ritmo a la historia y a la hora de crear escenas claves, así que si lo que quiero es escribir algo romántico busque música romántica, o si quiero crear una escena más chispeante busque música alegre y con un ritmo muy marcado. 

Bueno aquí está la música que he usado para inspirarme:


Can't Hold Us - Macklemore & Ryan Lewis (feat. Ray Dalton)
Mountain Sound - Of Monsters & Men
Of Monsters and Men - King And Lionheart
Imagine Dragons- Fallen
The Script - Six Degrees of Separation
Ellie Goulding - I Need Your Love ft. Calvin Harris
Imagine Dragons - Radioactive
B.A.P - ONE SHOT
Carly Rae Jepsen - Tonight I'm Getting Over You
Taylor Swift - We Are Never Ever Getting Back Together
Tiziano Ferro - Rosso Relativo
Kim Boa (김보아) - Tears Fallin'
Miss Caffeina - Ley de Gravitación Universal
New Cassettes - Bite Your Lip
Just A Fool - Christina Aguilera ft. Blake Shelton
30 Seconds To Mars - Up In The Air
4MINUTE - Volume Up
Huh Gak - One Person
Gotye - Somebody That Used To Know feat. Kimbra
Paloma Faith - 30 Minute Love Affair
Ailee - Heaven
Emeli Sande - Mountains
Pink - Try
Paloma Faith - Picking Up The Pieces
Of Monsters and Men - Little Talks


Más o menos, esta es la lista de las que me acuerdo porque tengo un montón más pero a saber donde... Como veis soy bastante variada, incluso hay K-POP (ME ENCANTA *o*) 

Espero que os gusten, ya me daréis vuestra opinión.

Y no os olvidéis de que ya está el capítulo 10 de Beso Viajero a vuestra disposición. Nos vemos próximamente. 


¡BESITOS VIAJEROS! <3